Vienen en este momento a mi cabeza tus palabras de indiferencia emocional, de un "No te quiero tanto como tu a mi", de las intenciones y filosofías del gustar, y no puedo mas que no saber si eres un cruel y patético imbécil o si no eres mas que un cobarde limitado por su propia cabeza e imposibilidad de sentir.
Aunque el pasar de los días no ha cambiado la premisa inicial, mi cabeza se ha nublado con una claridad que grita lo evidente: Te amo. Pero es un secreto que no revelare a tu polite insensibilidad. No espero nada como respuesta, pero lo quiero.
Cada vez que me tomas de la mano, que acaricias mis mejillas, que pasas tus dedos a través de mi cabello, que me tomas de la cintura para besarme fuertemente, que me llamas para escucharme, que pones gentilmente tu mano en mi espalda cuando caminamos, que decides dar miles de vueltas para comprarme una hamburguesa de la marca que yo quiero solo porque no estoy dispuesta a pararme... Es en esos momentos cuando no necesito escuchar nada, esperar nada, necesitar nada.
Hoy la mañana me alcanzó en tus brazos como ya tantas veces, pero tus ojos tenían un conocido sabor que nunca antes había visto en tus pupilas. No recordé ni añoré nada, pero lo sentí todo. Tu voz, tus palabras irrisorias, tu momentum, tus juegos, tus brazos, tus labios mordidos, tus ojos cerrados, tu cara de pena...
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